13 enero 2014

Contra el lenguaje del Gran Hermano

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George Orwell fue, antes que nada, un agudo analista de su época, que en sus novelas, ensayos y reportajes advirtió de los peligros de los totalitarismos de cualquier signo. En 1984 y Rebelión en la granja destacaba la perversión del lenguaje político, "diseñado para hacer que las mentiras sean creíbles y el asesinato, respetable", y a este tema dedicó en 1946 un famoso ensayo, Política y lengua inglesa, que sigue de plena actualidad. Sus análisis y propuestas interesan no solo a cualquiera interesado en comunicar bien, sino a cualquier ciudadano que quiera interpretar los discursos de los poderes públicos.

En la introducción a sus ensayos completos, recién publicados, Irene Lozano señala: "Es inevitable preguntarse cómo afecta hoy a la democracia el lenguaje orwelliano de los gobernantes como modo habitual de dirigirse a los ciudadanos, pues contiene los rasgos con los que él caracterizó "el idiolecto oficial": ramplón en el pensamiento, perifrástico en la forma, cuajado de abstracciones y eslóganes, lejano pero no elevado".
En unas pocas páginas, Orwell señala en Política y lengua inglesa la relación entre lenguaje y pensamiento ("el inglés se ha vuelto tosco e impreciso porque nuestros pensamientos son disparatados, pero la dejadez de nuestro lenguaje hace más fácil que pensemos disparates"), resume los principales malos usos, apunta remedios y destaca que "si nos liberamos de estos hábitos podemos pensar con más claridad, y pensar con claridad es un primer paso hacia la regeneración política".
Orwell es rotundo al señalar: "el gran enemigo del lenguaje claro es la falta de sinceridad", que lleva a utilizar "eufemismos, peticiones de principio y vaguedades oscuras", para evitar "argumentos que son demasiado brutales para la mayoría de las personas, y que son incompatibles con los fines que profesan los partidos políticos".

Los trucos para componer la prosa
Las críticas de Orwell al lenguaje político se resumen en dos defectos: las imágenes trilladas y la falta de precisión, un estilo "imitativo y sin vida" en el que al escritor no le importa el significado de lo que dice, sino que se limita a "pegar largas tiras de palabras", imágenes prefabricadas, recurriendo a cuatro trucos:

Metáforas moribundas. Orwell resalta que una metáfora novedosa "ayuda al pensamiento evocando una imagen visual" y que otras muy usuales han llegado a convertirse en giros ordinarios del lenguaje (por ejemplo, “una férrea determinación”); pero que entre estas dos clases "hay un enorme basurero de metáforas gastadas que han perdido todo poder evocador y que se usan tan sólo porque evitan a las personas el problema de inventar sus propias frases".

Operadores o extensiones verbales falsas. Se podría traducir como construcciones hinchadas: Convertir verbos simples en frases ("servir al propósito de") o utilizar expresiones vacías como “teniendo en consideración que", “no se puede dejar de tener en cuenta”, “merecedor de seria consideración”...

Dicción pretenciosa. Palabras usadas "para adornar una afirmación simple y dar un tono de imparcialidad científica a juicios sesgados". Entre otras, Orwell cita como ejemplos: categórico, promover, inexorable...

Palabras sin sentido. O usar palabras y expresiones retorciendo su significado. Merece la pena reproducir por extenso el ensayo: "Se abusa asimismo de muchos términos políticos. El término fascismo hoy no tiene ningún significado excepto en cuanto significa “algo no deseable”. Las palabras democracia, socialismo, libertad, patriótico, realista, justicia tienen varios significados diferentes que no se pueden reconciliar entre sí. En el caso de una palabra como democracia, no sólo no hay una definición aceptada sino que el esfuerzo por encontrarle una choca con la oposición de todos los bandos. Se piensa casi universalmente que cuando llamamos democrático a un país lo estamos elogiando; por ello, los defensores de cualquier tipo de régimen pretenden que es una democracia, y temen que tengan que dejar de usar esa palabra si se le da un significado. A menudo se emplean palabras de este tipo en forma deliberadamente deshonesta. Es decir, la persona que las usa tiene su propia definición privada, pero permite que su oyente piense que quiere decir algo bastante diferente. Declaraciones como “El mariscal Petain era un verdadero patriota”, “La prensa soviética es la más libre del mundo”, “La Iglesia católica se opone a la persecución” casi siempre tienen la intención de engañar.Otras palabras que se emplean con significados variables, en la mayoría de los casos con mayor o menor deshonestidad son: clase, totalitario, ciencia, progresista, reaccionario, burgués, igualdad".

Las reglas del escritor
Pero en su ensayo, George Orwell no se limita a señalar el problema, sino que muestra su confianza en el poder del lenguaje y propone sus soluciones. Nada mejor, que verlas en sus propias palabras.

"La defensa del lenguaje nada tiene que ver con (...) la exaltación de un “inglés estándar” del que nunca deberíamos apartarnos. Por el contrario, se trata de desechar toda palabra o modismo que se ha desgastado y perdido su utilidad. Nada tiene que ver con la gramática ni con la sintaxis correctas (...) Lo que se necesita, por encima de todo, es dejar que el significado elija la palabra y no al revés".

"En cada oración que escribe, un escritor cuidadoso se hace al menos cuatro preguntas, a saber:
-¿Qué intento decir?
-¿Qué palabras lo expresan?
-¿Qué imagen o modismo lo hace más claro?
-¿Esta imagen es suficientemente nueva para producir efecto?
Y quizá se haga dos más:
-¿Puedo ser más breve?
-¿Dije algo evitablemente feo?"

"A menudo usted puede tener dudas sobre el efecto de una palabra o una expresión, y necesita reglas en las que pueda confiar cuando falla el instinto. Pienso que las reglas siguientes cubren la mayoría de los casos:
-Nunca use una metáfora, un símil u otra figura gramatical que suela ver impresa.
-Nunca use una palabra larga donde pueda usar una corta.
-Si es posible suprimir una palabra, suprímala.
-Nunca use la voz pasiva cuando pueda usar la voz activa.
-Nunca use una locución extranjera, una palabra científica o un término de jerga si puede encontrar un equivalente del lenguaje cotidiano.
-Rompa cualquiera de estas reglas antes de decir una barbaridad".

(Caricatura de George Orwell, de Bernd Pohlenz . Publicada en Wikimedia bajo licencia CC-by)

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